¡Buenas tardes amigos!
La llegada de un bebé a casa supone un gran cambio para toda la familia y, por supuesto, también para nuestros animales de compañía.
Por lo tanto, antes de que llegue el bebé, debemos acostumbrar a nuestro perro a un horario similar al que utilizaremos cuando el bebé ya esté en casa. Comience a darle de comer y a pasearlo a las mismas horas que crea que va a poder después.
Dedícale 5- 10 minutos de atención sólo para él una o dos veces al día. Aprovecha para cepillarlo, jugar con juguetes, acariciarlo… Intenta que este rato que pasáis juntos sea más o menos a la misma hora. Mantén este horario cuando llegue el bebé a casa.
Antes de que llegue el bebé, deja que tu perro entre en su habitación para que pueda ir acostumbrándose a los nuevos olores, no es bueno dejarlo fuera de la habitación todo el tiempo.
Si intenta coger algo del bebé, corrígele con un “NO” o “MAL. Este es un buen momento para enseñarle órdenes básicas como quieto, tumba, suelta y coge.
No dejes que tu perro se suba o se tumbe en los muebles del niño. Corrígele ahora que no está tu bebé presente, y evitarás problemas con el niño delante. Si tu perro tiene juguetes de peluche o de goma, que sean parecidos a los de tu bebé, piensa que no va a saber distinguir entre los juguetes. Si los lavas después de que los haya usado el perro, no plantearán problemas para la salud del niño, pero en cuanto el niño crezca un poco puede que comiencen a pelearse por los muñecos.
Cuando tu bebé llegue a casa, el perro querrá saludar a todo el mundo, especialmente a la madre que ha estado fuera de casa unos días. Intenta que alguien se quede con el niño unos minutos, mientras la madre atiende al perro, y hasta que éste se tranquilice. Si salta o es muy nervioso, ponle la correa para saludar, o salúdale en una habitación distinta. Una vez esté calmado, y todo ha vuelto a la normalidad, puedes presentar el bebé al perro.
Una vez que su perro haya saludado a todos los adultos que han vuelto a casa desde el hospital, y esté tranquilo, podemos comenzar con las presentaciones. Haga que un miembro de la familia se siente en el sofá con el bebé sobre las rodillas. Déjale olisquear al bebé, acercarse e investigar. Ponle la correa si no estás seguro de cómo va a reaccionar, o si es inquieto o algo brusco, si muestra tímido o reacciona con miedo ante el bebé, acarícialo y háblale suavemente, aliéntale para acercarse. No le obligues, ni le acerques el bebé.
Si su perro gruñe al niño, ríñale y llévalo a otra habitación. Si no se puede parar el comportamiento agresivo con una voz, puedes utilizar un chorro de agua de un pulverizador de las plantas o una pistola de agua de juguete. Lo que importa es que su perro se sorprenda, no que se asuste más. Una vez interrumpido el gruñido, aléjate y pon al perro en otra habitación hasta que se calme. Sobre todo si tu perro siente miedo del niño, deberás tener mucho cuidado los primeros días.
Si pasadas 3 semanas el perro acepta al niño sin miedo ni agresividad, se le puede soltar de la correa. Si no, deberá permanecer más tiempo con ella puesta. Intenta que un miembro de la pareja atienda al bebé, mientras que el otro atiende al perro, y turnaros. Nunca dejes al perro solo con el niño hasta que éste tenga edad suficiente como para reaccionar bien delante del perro. Si su perro sigue mostrando miedo, o agresividad, debe exponerlo al bebé muy poco a poco, premiando cada momento tranquilo y alegre del perro, regañando verbalmente y separando al niño del perro en cuanto éste muestre la mínima señal de miedo o de agresión. Ten mucha paciencia.
Nunca dejes a solas al animal con el niño por ninguna razón. Tenga en cuenta que su perro aprovechará cualquier descuido para acercarse a investigar sin tu supervisión, y cuando se tiene un niño esto ocurre varias veces al día sin nosotros darnos cuenta: suena el teléfono, llaman a la puerta, estamos preparando un biberón por la noche… estos periodos cortos de tiempo libre son los que puede aprovechar su perro para hacer una trastada, el animal puede por curiosidad volcar la cuna del bebe o subirse a ella y hacerle daño con las patas, y esto es lo que hay que evitar lo máximo posible, bien dejando al niño detrás de una puerta de bebés o atando al perro.
Una vez su perro se ha acostumbrado al bebé, y se muestra cariñoso y sociable con él, no hay ningún problema en que te siga por casa mientras atiendes al niño. Insiste en que obedezca a las órdenes verbales, o en un momento de mucho ajetreo, con el niño, el teléfono y el pañal no podrás controlar al perro, y pueden crearse situaciones complicadas.
Una causa frecuente de problemas entre niños y perros sucede cuando el niño comienza a andar hasta que tiene unos cuatro años porque anda con poca coordinación, se cae, se agarra a lo primero que pilla para no caerse… si esto es su perro, puede que éste no lo aguante o que se asuste. Vigile cualquier juego entre ellos, y regañe al que juegue brusco.
Piensa que un adulto es capaz de interpretar el lenguaje básico del perro, un ejemplo, si el perro nos gruñe al quitarle la comida o tirarle de la oreja dejamos de hacerlo, el animal nos avisa antes de morder, pero un niño pequeño no entiende el significado del gruñido y continuará hasta llevarse el mordisco.
Es igual de importante enseñar al perro a tratar al niño que enseñar al niño a tratar al perro. Así evitaremos situaciones peligrosas para los dos.
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