Mi querida Lola, como bien sabes la vida es un ciclo en el que nacemos, crecemos, maduramos, envejecemos y morimos.

Dejar esta vida partiendo en un viaje sin retorno causa un dolor tan grande, qué solo el paso del tiempo logra calmar.

El vacio tan inmenso que causa la ausencia, sé va llenando poco a poco de buenos recuerdos de todo lo compartido.

Ayer se marchó Nira, una cocker que ha aprovechado hasta el último minuto de vida junto a su dueña.

Ha permanecido 14 o 15 años proporcionando amor y compañía a su dueña, recibiendo a cambio el trato que la ha convertido en la perrita más importante del mundo, sin que otra pueda igualarla.

Así es como nos sentimos los que disfrutamos de ese trato como el que ha recibido Nira, nos encanta salir a la puerta de casa para recibirlos con toda la alegría del mundo, incluso aunque nos sintamos mal, como era tu caso cuando estabas tan malita, pero es un momento que a ninguno nos gusta perdernos porque hay intercambio de caricias, besos, lametones, es un momento muy intenso de estrechar lazos que perduran en el tiempo.

Los que partís descansáis, pero los que aquí quedamos, entramos en un estado de tristeza que solo se calma con momentos de tranquilidad para recordar.

Recordar vuestro olor, el roce de un hociquito tierno y húmedo, una mirada, el tacto suave del pelo en una caricia, un lametón de bienvenida, eso es  lo nos queda.

Pero ni Nira, ni tú, ni ninguno de vosotros desaparecéis, porque permanecéis vivos en nuestro corazón.

Lucas.