Hola amigos.
Hoy vengo a contaros una historia, de esas que tienen final feliz.
En el mundo en el que nos toca vivir a cada uno, hay humanos buenos que se preocupan mucho por nosotros en particular y por los animales en general.
Voy a hablaros de una joven que conocí un día que paseaba con Lola junto a mis amos. Vimos a una perra podenca, tumbada a la puerta de un bar tomando el sol plácidamente. Lola fue quien se dio cuenta, siempre va buscando sol y se acercó a verla.
Mi dueña no resistió la tentación de acariciarla, se agachó, tocó su cabeza y la perrita siguió sumida en su placentero sueño.
Nuestros amos pasaron al interior del bar y nosotros nos quedamos a la puerta con la perrita. Lola empezó a preguntarle, para conocerla, era tímida, se levantó para vernos y comenzaron los olisqueos:
Lola le preguntó que cuanto tiempo hacía que vivía allí, ella contestó que dos años y empezó a narrar su historia…
– Empecé a ir de caza con mi dueño muy pequeña, iba muy a menudo, al principio los tiros me asustaban, pero luego me acostumbré, aunque lo de cazar no me gustaba mucho.
Al principio todo iba muy bien, yo lo pasaba bien jugaba con los demás, me llevaban al campo, corría con los demás para ir a cazar, aunque reconozco que no se me daba demasiado bien.
Acababa la jornada, subía al coche cansada y me sumía en un profundo sueño hasta que llegaba a casa.
Pero un día, la rutina fue otra, ese día la cacería no había ido nada bien. Subí al coche como siempre y me quedé dormida, pero al despertar mi amo me bajó en un lugar que no conocía. Él entró en un bar, yo estaba derrotada, me separé un poco del coche de mi dueño, creo que tardé poco y cuando volví, no estaba, le busque por todas partes, pero NO estaba, me había abandonado.
Como no conocía la zona, anduve por aquí vagando un tiempo, se pasa mal: sin comida, sin agua, sin un lugar tranquilo, sin…
– Tranquila, dijo Lola, yo sé de qué estás hablando, la soledad y el miedo son tus compañeros.
-Tras un largo tiempo, conocí a una joven que ya me había visto algún día pero yo no me atrevía a acercarme, la veía de lejos, ponía comida en un sitio y se marchaba.
Yo salía cuando ya se había marchado, tenía miedo, pero también tenía hambre…. Poco a poco fui confiando en ella, la observaba escondida y veía como también dejaba comida a unos pobres gatos que estaban como yo.
Recuperé fuerzas y un día decidí seguirla de lejos para ver donde vivía, cada vez me acercaba más, hasta que decidí esperarla en esta misma puerta donde estamos ahora.
Esperé mucho tiempo acurrucada, con mucho miedo hasta que salió. Cuando la vi, la miré a los ojos pidiéndola ayuda, ella me miró y supe que estaba salvada, su mirada lo decía todo.
A partir de ese día vivo aquí, me quieren, me cuidan, tomo el sol cuando me apetece, como hago ahora. Mi única preocupación es quererlos, han sido buenos conmigo y me debo a ellos.
Mi nombre es “Costi”, ¿sabéis por qué? Porque mi amo actual, cuando me vio dijo que sólo tenía costillas, estaba muy delgada, llevaba tanto tiempo malviviendo que de no ser por mi amita y su familia no sé donde estaría.
He oído en casa que mis nuevos dueños llevan rescatando animales desde siempre, es una suerte para mí haberlos conocido.
Queridos amigos, los que como nosotros tenemos suerte de haber encontrado un hogar antes o después en nuestra vida, somos afortunados.
Sin embargo otros compañeros son abandonados a su suerte, como vosotros un desafortunado día.
Pero no nos vamos a poner tristes porque hay muchas personas buenas que se preocupan de nosotros y desde aquí les damos las gracias.
– Lola, nos marchamos, vienen nuestros dueños ya, salen por la puerta.
– Costi, levántate te van a pisar, rápido, no te ven.
– Voy, voy, se está tan a gusto al sol… Adiós amigos, dijo Costi, hasta otro día.
– Nosotros Lola y yo, nos marchamos a casa con nuestros dueños, yo sé qué ellos no nos dejarían nunca, pero nosotros a ellos tampoco.
Sirva este pequeño relato basado en la historia real de Costi, (una perrita podenca que no debía servir para cazar y fue abandonada), para homenajear a una joven que se dedica a salvar vidas de animales desde hace muchos años.
Desde el blog de Lucas, yo, perro escritor, te doy las gracias Sara, a ti y a tantos como tú, que de forma silenciosa salváis a los animales que otros maltratan y abandonan.
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